Cuando un jugador debuta cumple uno de sus más grandes sueños, el siguiente paso es consolidarse para llegar a su selección. De ahí sigue jugar en el mundial y para finalizar, la perfección se alcanza al levantar el trofeo que se juega cada cuatro años. Otros no tan exigentes buscan solo llegar a competir en la copa del mundo, también están los conformistas que buscan vestir la camiseta de la selección aunque sea en un amistoso. Cuando esos hombres son niños, antes de que les paguen por jugar futbol, sueñan con eso.
Al debutar, unos siguen la misma línea. Otros descubren el realismo de la alfombra verde y con jugar un rato cada semana se dan por bien servidos. Entonces viene la pregunta que se tienen que hacer esos que soñaban ser como Maradona pero no son más que el cambio probable. Se plantean si es justo llorar sangre cada entrenamiento para que el entrenador solo los llame para los últimos 10 minutitos. Algunos así viven, otros buscan la gloria en otro lugar. Tú qué prefieres ¿Cabeza de ratón o cola de León?
¿Sabrán Busquets y Welbeck que existen los que sufren? ¿Sabrán Cafú y Maldini que muchos son ídolos sin figurar como ellos? Absolutamente todos cuando debutan sueñan con algún día meter un gol y que al voltear a la tribuna haya al menos un aficionado celebrando con él. El chiste es saber en dónde buscar.
En nuestro país existen muchos jugadorazos, esos extranjeros que llegan a nuestro país para que funcione de trampolín al viejo continente. De Sudamérica a México y de ahí a la Champions League. Unos así lo intentan, otros prefieren quedarse aquí y ser aplaudidos en el Azteca o el Volcán. Unos fracasan, otros logran ser aplaudidos pero no precisamente en el Azteca o el Volcán.
Los cracks de pueblo se sienten cómodos con el 10 en la espalda. Los cracks de pueblo son aplaudidos por miles de aficionados. Los cracks de pueblo quedan atrapados en las historias de la localidad. En primera, ni enterados de su existencia. Los que van a verlos semana a semana los imaginan mejores que el Chaco o Chupete. Iván Alonso no mete mejores goles que ellos y de defensas, murallas. Tenemos los gambeteros, los jefes, los goleadores y los ídolos. Se sienten cómodos donde están porque no quieren ser cola de León o porque simplemente era su destino.
Danilo de Oliveira, crack brasileño que quedo atrapado en segunda, es el 9 del Irapuato y lleva 17 temporadas en la liga de ascenso. En Veracruz, el "Tiburón" tiene un matón que llegó de Argentina, Pablo Torres viste la 11, debutó con Independiente y de ahí a la Liga de Ascenso. Los Lobos BUAP confían ciegamente en el líder de su zaga, Ezequiel Méndez es al que hay que obedecer. En Correcaminos el goleador es Nico Saucedo, rompe redes nato, en Victoria festejan con él.También hay jugadores de Boca en las divisiones inferiores, Sony Norde es el moreno que llegó a Altamira. Hay un tremendo crack en La Piedad, el dueño de la 10 y del mediocampo michoacano, Eduardo César Dos Santos, mago con la pelota. Todos estos son ovacionados en la liga de ascenso, pero son invisibles más allá de sus pueblos.
En Victoria, Tamaulipas hay un jugador que está cumpliendo su tercera temporada con el ave naranja. Este no puede faltar en el 11 de Correcaminos, es el capitán. El que marca la pauta en este equipo es un argentino de peculiar historia. Con decirles que trae el 10 en la espalda, juega bonito, es gambetero y a sus 27 años tendrá que resignarse a las ovaciones de la liga de ascenso. Cuando Diego Alberto Olsina debutó en Tiro Federal en el año de 1999 se descubrió un gran jugador de excelentes condiciones. Manejo de balón envidiable. De Tiro Federal a Central de Córdoba y de ahí a México. Hasta entonces, como cualquier argentino, dispuesto a triunfar en este país. Llegó en 2002 a Tijuana para quedar atrapado en una liga donde el mundo no lo conocería y en su país nadie hablaría de él. Diego no puede subir a primera por lo caprichosa de la liga o tal vez porque en donde está se siente cómodo. Semana a semana la gente que sigue a Correcaminos espera que Olsina haga una grande, un túnel, un pase a gol. Es su figura, es su crack, es su "capi". Ahí le aplauden y le festejan los goles, comentan sus pases y corean sus gambetas.
En el Marte R. Gómez se siente seguro. Ese es un ejemplo de los que renunciaron a su sueño de niños. Olsina no va a jugar con la albiceleste, Olsina no va a ser coreado por la afición de América o Monterrey. Pero Diego Alberto seguirá siendo genio y figura del rectángulo verde de la liga de ascenso.
Aquí, desde el sillón, reconocimiento a todos esos héroes invisibles. A todos esos cracks de pueblo.
AP
me gusta como escribes!!! a ti si te entiendoooo!!! un abrazo Alex!!
ResponderEliminarMuy buena columna, así es, se tiene muy olvidada la división de ascenso, con grandes aficiones e historia, pero hay que hacer énfasis tmb en lis cracks del pueblo mexicanos que tmb hay muchos
ResponderEliminartus líneas en el fondo invitan a la reflexión, eso es bueno. qué es trascender. cómo dejar de ser uno más. qué esperan de ti. unos se conforman con ser felices, otros con sencillamente con ser. válida cualquier opción. desconfío de los ídolos, sinceramente prefiero los que saber escuchar antes que hablar. un abrazo.
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