Pasaron ya siete jornadas de futbol mexicano, a estas alturas del torneo anterior destacábamos la competitividad de la justa. Lo parejo de la disputa por la copa, mucho más competido que mediocre decíamos. Pues en este cambiante torneo eso ya lo dejamos a un lado, ahora definitivamente es más mediocre.
¿A quién de verdad le importa lo que sucede en el campo? Me refiero al buen juego, al espíritu de ir al frente, a querer ganar antes de no querer perder. Por lo que vemos, a nadie. El líder anterior, Chivas, está sumido en lo más bajo de la tabla pero su dueño está más ocupado vetando sin fundamento alguno al diario Récord. Tigres, actual campeón y líder decidió simplemente no perder en su estadio teniendo todo para sacar los tres puntos. El segundo tiempo el entrenador felino optó por jugar sin un solo delantero, como usted lee, sin delanteros. América se ocupa más en su imagen pública, llegó "el piojo" y se encendió el americanismo, ya llenaron el "Azteca" y todo mundo cree que son buenos. Solo lo creen, porque están en séptimo lugar. Los Pumas andan armando fiestas por aniversarios pero en el campo están para llorar también. Los cementeros solo tienen dos ganados pero ante el público general son el mejor de estos cuatro.
En nuestro torneo todo es más importante que el futbol. Ni Santos es tan poderoso como parece ni Xolos es tan indefenso como nos hacen creer. Es parejo por la simple razón que es mediocre. Resultadista es nuestro torneo, aquí importa el negocio y la imagen pública. Los Estudiantes Tecos, a mi gusto el peor de todos, esta jornada sacó el triunfo con un buen gol del "Cheto" Leaño. Para que Jr. meta un gol es que algo pasó, y fue un golazo. Resulta malo nuestro torneo, pero como nos gusta ¿o no? Ahora ya casi nadie ve los juegos, este torneo rompe records de audiencia en televisión. Nuestro torneo pasó de competido a resultadista. De parejo a mediocre. De futbol a negocio. De espectáculo a excusa para carne asada.
Aquí, desde el sillón, esperamos que los que se encargan de nuestro torneo aprendan a querer el juego.
AP
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